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martes, 17 de diciembre de 2019
lunes, 16 de diciembre de 2019
Sobre paratextos
Los paratextos están
formados por distintos elementos que pueden clasificarse en gráficos o
verbales. Los gráficos son aquellos que están vinculados a la imagen, como es
el caso de los dibujos, las ilustraciones, los mapas, la tipografía (tipo, color
y tamaño). Los verbales, en cambio, están constituidos por palabras, como, por
ejemplo, el título, el índice, el nombre del autor, los comentarios de la
contratapa, la biografía del autor, entre otros.
Los índices: son paratextos
fundamentales, sobre todo en los libros que se utilizan para estudiar o
investigar, ya que permiten localizar rápidamente la información. Además,
explorar el índice antes de comenzar a leer un texto de este tipo permite saber
cómo está organizada la información.
Existen distintas clases de índices:
·
Índice de contenido.
Muestra la estructura del libro organizada con los títulos y subtítulos de los
capítulos, en el orden en que aparecen. Se indica el número de página en donde
se inicia cada uno. Se lo utiliza en casi todos los libros. Puede estar ubicado
al principio o al final del libro.
·
Índice onomástico o de nombres. Es aquel que presenta una lista con los nombres de los
autores o personalidades que se mencionan en la obra, ordenados
alfabéticamente. Se indica el número de página (o páginas) en que aparecen
mencionados. Se utiliza este tipo de índice solo en algunos libros y, en
general, está ubicado al final.
·
Índice temático.
Es similar al índice onomástico, pero no se refiere a autores sino a conceptos.
Por ejemplo, en un libro de Física alguien puede buscar en el índice el término
electricidad para saber en qué páginas se trata el tema.
La biografía del autor: en los
paratextos suele incluirse la biografía del autor o autores del libro. La
biografía es la narración de la vida de una persona. En ella se mencionan
aquellos hechos que puedan resultar de interés para los lectores de acuerdo con
distintos objetivos. Conocer al autor de un libro es muy útil para poder
anticipar de qué se va a tratar el libro que se va a leer. Por ejemplo, conocer
su formación y su forma de pensar permite saber más sobre el objetivo con el
que fue escrito el texto, saber cuándo escribió sirve para evaluar la
actualidad de la obra y saber qué premios ha obtenido indica si este texto ha
sido reconocido por alguna institución.
domingo, 15 de diciembre de 2019
Cuadernos para el aula: 4° grado (Fragmentos)
¿Cómo aparece
el contenido de lectura de libros, su comprensión, en l los Cuadernos para
el aula de Lengua? En este caso, nos introducimos en el cuaderno 4, (págs..
16-21):
Tal como
señalan diversos filósofos, somos seres de lenguaje. Somos conscientes
de nuestro yo porque podemos nombrarnos; revisitamos nuestra historia personal,
la de nuestro grupo y la de otros por medio de las narraciones que hemos
escuchado y que podemos contar; nos proyectamos en el futuro y podemos imaginar
alternativas porque tenemos lenguaje y hemos leído y escuchado historias;
conocemos el mundo desde muy diversas experiencias, entre las que leer y
escuchar son centrales.
La escuela es un lugar de lenguaje, en tanto
que este es la vía privilegiada de transmisión cultural. En todas las áreas los
chicos y las chicas narran historias; describen; dan sus opiniones; ensayan
explicaciones sobre los fenómenos del mundo natural, sobre los sujetos y las
sociedades; expresan sus emociones, sus inquietudes, sus preocupaciones. En
todas hablan, escuchan, leen, escriben apropiándose de términos especializados
y formas específicas de describir, explicar y argumentar. Efectivamente, el
desarrollo del lenguaje oral y escrito en todas las áreas debe constituirse en
uno de los ejes del proyecto escolar (…)
(…) lo que hoy se sabe o se piensa puede
modificarse en el futuro. Sin embargo, esto no implica que no contemos con
varias certezas y convicciones, y mucho menos que todas las de otras épocas
hayan perdido validez.
(…)
La escuela siempre ha buscado tender
puentes con los saberes que todos los niños
traen consigo al comenzar su itinerario educativo formal. Sin embargo,
la institución escolar también les brinda la posibilidad de acercarse a nuevos
conocimientos y afianzar lo que ya saben. Esto no solo les permite conversar
con personas fuera de su círculo familiar o barrial, sino también usar la
lengua para informarse, aprender, expresar ideas y sentimientos, inventar
nuevos mundos; aprender a contar y a describir mejor, a explicar, a opinar.
(…) Se trata, entonces, de generar
espacios de diálogo sobre lo que todos van leyendo en el aula o en
la biblioteca, espacios que no necesariamente parten de una pregunta formulada
por el docente, sino de las asociaciones que los propios niños van realizando.
(…) Cuando afirmamos que los niños deben
continuar con el aprendizaje de la lectura, queremos decir que ese aprendizaje
también implica, por ejemplo, que comiencen a moverse con mayor soltura en
las bibliotecas. En otras palabras, el progreso de los chicos y las chicas
en la autonomía lectora supone que
dispongan de mayor cantidad de saberes para la búsqueda y elección de
materiales escritos. (…) La frecuentación asidua de la biblioteca de la escuela
o de otra biblioteca cercana y de la
participación en las mesas de libros se asientan en el convencimiento de que es
fundamental la lectura de libros. El trabajo con libros supone una
relación diferente con lo escrito, ya que el lector necesita moverse entre
índices, títulos y subtítulos, y así toma conciencia de que cada libro es una
“totalidad” lo que está esperando para seguir leyendo. Además, la
viernes, 13 de diciembre de 2019
Comprensión lectora
Para
comprender un texto, el lector tiene que interactuar con él desplegando una
gran actividad cognitiva. Es decir, para entender lo que lee, un lector
experimentado “actúa” sobre el texto: se encamina al texto con preguntas que
guían su lectura, ajusta su modalidad de lectura al propósito que persigue,
relaciona la información del texto con sus conocimientos previos, realiza inferencias (extrae
conclusiones que no están presentes en el texto mismo), formula hipótesis y las
pone a prueba, está atento para ver qué entiende y qué no, decide volver a leer
ciertas partes para aclarar sus dudas, comparte con otros lectores sus
interpretaciones, comenta sobre lo leído, etc.
En situaciones de lectura, cuando no están
condicionadas por la evaluación, el lector elige el texto que va a leer porque
tiene un propósito definido, propósito que es el motivo que lo
lleva a la lectura (esparcimiento,
búsqueda de cierta información, comunicación con otra persona que no está
presente, etc.).
Para hacer esa elección, el lector ha
realizado anticipaciones o hipótesis acerca del contenido del texto
(supone que el texto elegido le va a servir para su propósito de lectura: que
va a encontrar la información que busca o que va a entretenerse con su lectura,
etc.). A partir de entonces, y mientras va leyendo, continúa formulando nuevas
anticipaciones de distinto alcance, que verificará o no, mientras avanza en la
lectura. Estas anticipaciones son conjeturas o suposiciones acerca del
significado de lo que dice el texto y acerca de otros aspectos del mismo. Si la
hipótesis que elabora el lector no concuerda con lo que él mismo encuentra al
seguir leyendo, la hipótesis es reformulada y nuevamente puesta a prueba.
Es decir, el lector formula hipótesis y busca indicios en el texto para
verificarlas o rechazarlas. Las anticipaciones
que realiza el lector se basan en sus conocimientos previos
(conocimientos sobre el tema, sobre el mundo en general, sobre la lengua y
sobre los distintos tipos de textos). Es decir, a lo largo de todo este proceso
de lectura, el lector necesita relacionar lo que dice el texto con lo
que él ya sabe; y esto sólo ocurre
cuando dispone de algunos conocimientos sobre el tema y cuando se
involucra en su propio proceso de comprensión porque tiene algún propósito
personal que lo justifica.
Según el propósito de lectura y de acuerdo
con las anticipaciones que realiza, el lector efectúa una lectura más o menos
selectiva: decide qué partes del texto lee. No siempre necesita leer todo.
También decide el orden de su lectura: puede empezar por la contratapa
de una novela, donde encontrar datos sobre el autor; puede comenzar por
explorar el índice de un libro de consulta para ver si se trata del tema que
busca; puede iniciar su lectura del diario con los chistes o con el pronóstico
del tiempo, y también puede empezar a leer el inicio de un ensayo, saltear
algunas partes y centrarse en el final.
Estas elecciones sobre qué y en qué orden leer se
denominan modalidad de lectura.
|
Por consiguiente, el conocimiento del tipo de texto que está leyendo y
el propósito de lectura que tiene un lector determinan la modalidad de lectura
que implementa (leer palabra por palabra, hojear el texto para obtener un
panorama general, leer y volver
a leer, etc.)
A lo largo de la lectura, el lector va
controlando su propia comprensión del
texto. Si el lector detecta dificultades en su comprensión, debe
decidir qué hacer, puede seguir leyendo en espera de una aclaración,
puede volver hacia atrás para ver si es necesario reformular lo que
lleva entendido, puede consultar a alguna persona o algún otro texto que
tenga próximo, etc.
A través de este proceso, lo que el lector
logra es representarse mentalmente lo principal del texto en relación con su
propósito de lectura y con sus conocimientos previos. En realidad, es a medida
que lee que va elaborando esta representación (también llamada “modelo”) sobre
el significado del texto, la va haciendo más precisa y la va poniendo a prueba.
Es decir, la representación del texto en el lector va modificándose a lo largo
de la lectura. Esta representación mental del texto se logra a través de
diversas operaciones que realiza el lector (chequea la permanencia o el cambio
del tema, va armando la estructura, va relacionando el sentido de las palabras
entre sí, establece relaciones hacia adelante y hacia atrás, realiza
inferencias, es decir, deduce cuestiones no presentes expresamente en el texto,
etc.)
Al mismo tiempo, el lector realiza una
valoración del texto: lo juzga interesante, bello, falso, etc., ubicándolo
respecto de su concepción del mundo, es decir, en relación a algunos de sus
conocimientos previos.
La comprensión de un texto no es la misma
para distintos lectores:
Cada lector construye una interpretación
de lo leído según
sus conocimientos y según su propósito
de lectura.
|
jueves, 12 de diciembre de 2019
Introducción al ensayo
Veamos lo que Norma Matteucci nos dice, al respecto:
“Ensayo y ensayista exigen un lector
inconformista, capaz de inferir y relacionar lo que lee con otros textos, para
enriquecerlo y enriquecerse, es decir, un lector activo, que pueda establecer
inferencias entre diversas lecturas.
Así el ensayo es un género escrito
subjetivo, dialógico, conjetural y heurístico, en el que se “ensayan”
respuestas a la cuestión planteada.
Como
carece de certezas, el ensayista busca, indaga, polemiza, no sólo con
escritos anteriores, sino, también, consigo mismo. Y en ese camino de
“ensayos”, de avances y retrocesos, requiere la compañía del lector, con quien
dialoga y con quien comparte la senda interpretativa, para que éste complete la
interpretación del mundo que ofrece.
El ensayo
esboza, conjetura, transgrede, explora, interroga, denuncia, disiente,
interpreta libremente, pero nunca
transmite saberes u ofrece certezas.
Aunque es casi imposible definir el ensayo
-precisamente por su característica de hibridez-, nos aventuramos a “ensayar”
una caracterización, sosteniendo que:
§ es un
género literario abierto y heterogéneo,
§ que
combina la exposición y la argumentación sin comprobación,
§ que
postula una intención comunicativa y dialogante,
§ desde
una posición subjetiva, interpretativa y heurística del ensayista,
§ quien
ofrece -e intenta compartir- una mirada sobre el mundo (Mattteucci, 2008)
El ensayo como género escrito
MATTEUCCI, Norma: Estrategias para comprender y producir ensayos. Análisis y escritura de un género discursivo. Noveduc. Buenos Aires.2013.
El ensayo como género escrito
La evolución de la sociedad y de la cultura marca cambios en los significados que las comunidades discursivas otorgan a las palabras y a los textos, los que se cargan de ideología con el fin de persuadir o manipular. Así, la vida -y especialmente la vida en democracia- obliga a saber desentrañar críticamente lo que cada texto opaca en mayor o menor medida.
La noción de género discursivo permite sistematizar las diferentes formas sociales de utilizar el lenguaje y de reconocer propósitos, estructura, contenido, audiencia, etc., de cada uno de dichos géneros.
Como sostiene Cassany, "el género es visto como una forma de comunicación particular, generada en un contexto social, histórico y espacio-temporal concretos". Y el ensayo es uno de esos géneros escritos que tiene sus propios parámetros, los que trataremos de determinar siguiendo las sugerencias de Cassany. Este autor considera, para el análisis de cualquier género discursivo, los siguientes aspectos: denominación, historia, ámbito, autoría, función, audiencia, contenido, estructura y estilo, citas y polifonía, aunque no en este orden.
En cuanto a la denominación, el nombre de ensayo proviene etimológicamente del latín exagium (del griego exagion) que significa "peso", aunque el uso en español es traducción del francés essais, usado por Montaigne por primera vez para titular su compendio de escritos sobre política, historia, filosofía y otros distintos temas. en el diccionario de la Real Academia Española, el ensayo se define como "escrito en el cual un autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar el aparato erudito".
Respecto de la historia del ensayo, inicialmente es usado por Juan de Montaigne (1533-1592) -como ya se dijo- en dos libros publicados en 1580. Así, Montaigne y Bacon son considerados los creadores del ensayo moderno, si bien antes del siglo XVI otros autores producen escritos que-sin ser llamados ensayos- participan de algunas características que permitirían clasificarlos como tales.
Respecto de la historia del ensayo, inicialmente es usado por Juan de Montaigne (1533-1592) -como ya se dijo- en dos libros publicados en 1580. Así, Montaigne y Bacon son considerados los creadores del ensayo moderno, si bien antes del siglo XVI otros autores producen escritos que-sin ser llamados ensayos- participan de algunas características que permitirían clasificarlos como tales.
El ensayo se usa en cualquier ámbito del saber para exponer temas diversos, ya sean históricos, filosóficos, económicos, políticos, literarios o sociológicos.
Tipos de
ensayos, según el ámbito del saber: históricos, filosóficos, económicos,
políticos, literarios, sociológicos.
Puede difundirse en soportes
variados: diarios, revistas, libros, sitios Web, blogs, etc. En lo que respecta
a la autoría, el ensayista se apoya en su punto de vista para exponer sus propias ideas y opiniones, las que no necesariamente deben estar fundamentadas. El autor de este género discursivo, generalmente, domina el tema acerca del cual escribe y manifiesta su competencia comprometiéndose subjetivamente con lo que sostiene. No le interesa agotar dicho tema, sino, más bien, exponer y reflexionar sobre él. Escribe siempre de manera personal, a favor o en contra de algo o de alguien, dando muestras de la autenticidad de su pensamiento.
En cuanto a la función del ensayo, ésta es informativa y directiva -mediante la exposición y argumentación-, ya que se intenta no sólo informar, sino también persuadir al lector para que reflexione, a favor o en contra del tema tratado.
Respecto de la audiencia del ensayo, puede decirse que su destinatario es, en general, cualquier lector interesado en el tema que se trate, pero capaz de desentrañar de manera inferencial y crítica las ideas más opacadas o veladas que lo sustentan. A veces, el destinatario está explícito en el ensayo o, en el afán del ensayista por el diálogo, está marcado con deícticos.
Autor-lector se relacionan a través del discurso, y es el primero el que determina el contenido del ensayo, ya que no hay normas fijas que precisan cómo debe ser dicho contenido. Es el autor el que estipula los datos relevantes y los detalles y los detalles; el que presupone qué sabe o no el potencial lector; el que carga con ironía o disfraza ideas; el que decide qué decir abiertamente y cuánto opacar.
Es por ello que este género discursivo requiere un lector capaz de acercarse a él mediante un pensamiento crítico, que le posibilite determinar sus "acuerdos y desacuerdos" con lo leído, ya que "leer críticamente es también reaccionar ante los discursos de los otros" (Cassany, 2006, 136-137).
El ensayo no posee una estructura prefijada, sino, más bien, abierta, con una extensión variable, aunque no demasiado larga. En el caso de que todo un libro sea un ensayo, se divide en capítulos que presentan los subtemas del tema general. Está escrito en prosa y la temática es variada. La forma libre del ensayo se opone a cualquier regla y en él pueden aparecer anécdotas, hechos, divagaciones, reflexiones, críticas, sentimientos, etc., sin un orden sistemático de presentación. No obstante, el estilo es cuidado y riguroso, y clara pero profunda la expresión.
Si bien "los modelos estructurales son tantos como los autores propongan", se presentan cinco estructuras de las más frecuentes:
a) Estructura analizante. Parte de una aseveración que es desarrollada por varias ideas.
b) Estructura sintetizante. Varias ideas conducen a "una idea conclusiva final".
c) Estructura interrogación-respuestas. Parte de un interrogante que da lugar a respuestas diversas.
d) Estructura interrogaciones-respuesta. Varios interrogantes iniciales tienen una respuesta común.
e) Estructura de ideas o núcleos independientes. Diversas ideas independientes entre sí "no desembocan en una idea central, aunque todas tienen algún punto de contacto" con ella (Kohan et al, 1996, 211-212).
Si bien el ensayo no necesita comprobación ni fundamentación ya que muestra un pensamiento subjetivo y original, muchos ensayistas hacen uso de la polifonía. Pueden aparecer en este género discursivo citas de autoridad, literales o parafraseadas, para respaldar o enriquecer lo dicho.
En cuanto a la función del ensayo, ésta es informativa y directiva -mediante la exposición y argumentación-, ya que se intenta no sólo informar, sino también persuadir al lector para que reflexione, a favor o en contra del tema tratado.
Respecto de la audiencia del ensayo, puede decirse que su destinatario es, en general, cualquier lector interesado en el tema que se trate, pero capaz de desentrañar de manera inferencial y crítica las ideas más opacadas o veladas que lo sustentan. A veces, el destinatario está explícito en el ensayo o, en el afán del ensayista por el diálogo, está marcado con deícticos.
Autor-lector se relacionan a través del discurso, y es el primero el que determina el contenido del ensayo, ya que no hay normas fijas que precisan cómo debe ser dicho contenido. Es el autor el que estipula los datos relevantes y los detalles y los detalles; el que presupone qué sabe o no el potencial lector; el que carga con ironía o disfraza ideas; el que decide qué decir abiertamente y cuánto opacar.
Es por ello que este género discursivo requiere un lector capaz de acercarse a él mediante un pensamiento crítico, que le posibilite determinar sus "acuerdos y desacuerdos" con lo leído, ya que "leer críticamente es también reaccionar ante los discursos de los otros" (Cassany, 2006, 136-137).
El ensayo no posee una estructura prefijada, sino, más bien, abierta, con una extensión variable, aunque no demasiado larga. En el caso de que todo un libro sea un ensayo, se divide en capítulos que presentan los subtemas del tema general. Está escrito en prosa y la temática es variada. La forma libre del ensayo se opone a cualquier regla y en él pueden aparecer anécdotas, hechos, divagaciones, reflexiones, críticas, sentimientos, etc., sin un orden sistemático de presentación. No obstante, el estilo es cuidado y riguroso, y clara pero profunda la expresión.
Si bien "los modelos estructurales son tantos como los autores propongan", se presentan cinco estructuras de las más frecuentes:
a) Estructura analizante. Parte de una aseveración que es desarrollada por varias ideas.
b) Estructura sintetizante. Varias ideas conducen a "una idea conclusiva final".
c) Estructura interrogación-respuestas. Parte de un interrogante que da lugar a respuestas diversas.
d) Estructura interrogaciones-respuesta. Varios interrogantes iniciales tienen una respuesta común.
e) Estructura de ideas o núcleos independientes. Diversas ideas independientes entre sí "no desembocan en una idea central, aunque todas tienen algún punto de contacto" con ella (Kohan et al, 1996, 211-212).
Si bien el ensayo no necesita comprobación ni fundamentación ya que muestra un pensamiento subjetivo y original, muchos ensayistas hacen uso de la polifonía. Pueden aparecer en este género discursivo citas de autoridad, literales o parafraseadas, para respaldar o enriquecer lo dicho.
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